El control de la infección de las heridas continúa siendo un desafío para los profesionales sanitarias, y compromete una importante inversión de recursos por parte del Sistema Sanitario.
El diagnóstico temprano junto a un tratamiento rápido y efectivo son elementos clave para reducir el coste económico de estos tratamientos, tanto desde el punto de vista de los materiales necesarios como de la carga de trabajo que genera a los profesionales de la Salud. Así mismo, redunda en una la mejora de los resultados clínicos, incluyendo en este apartado la lucha frente al creciente desarrollo de cepas de microorganismos resistentes a los antibióticos.
Todas las heridas crónicas están contaminadas por microorganismos. Sin embargo, su presencia en el lecho de la herida no quiere decir que la herida esté infectada.
La carga bacteriana es la concentración de unidades formadoras de colonias (UFC) por gramo de tejido. Se ha considerado, como convenio, que una herida está infectada si presenta una carga bacteriana superior a 105 UFC por gramo de tejido. En este caso la cicatrización se detendría o estaría ralentizada. Esta carga bacteriana puede alterar el proceso de cicatrización aun no produciendo signos de infección.
El concepto de carga bacteriana permite definir las diferentes situaciones que se pueden encontrar en una herida crónica: