Una vez que la fase inflamatoria está resuelta, y el lecho de la herida se encuentra mayoritariamente libre de tejido no viable, y con un adecuado control de la infección, los recursos se orientan a tratar de conseguir lo antes posible el relleno de la cavidad (tejido de granulación) para conseguir que sirva de estructura de soporte para el desplazamiento, desde los bordes hacia el centro, de la capa basal de la epidermis. De este modo se consigue la epitelización de la lesión, recuperando la protección de la epidermis para la zona anteriormente expuesta, evitando que los microorganismos puedan acceder a tejidos profundos.
Fase proliferativa
Cuando la heridas está limpia, se inicia la fase proliferativa. Hay dos eventos clave para concluir con éxito esta fase del proceso de cicatrización:
1.- Fibroplasia: Los fibroblastos aumentan su densidad en la zona e inician la producción de fibras de colágeno tipo I y tipo III, componentes fundamentales del tejido de granuación.
2.- Angiogénesis: Para nutrir este nuevo tejido se forma una maraña desordenada de pequeños capilares, que aportan los nutrientes necesarios. Esta densa matriz de capilares es la que otorga el característico color rojo del tejido de granulación.
Una vez la cavidad ha sido rellenada por el tejido de granulación, se inicia el proceso de epitelización, alcanzando al cicatrización
Acelerar la fase proliferativa, reduciendo el tiempo para alcanzar la completa cicatrización, es crítico para reducir el riesgo de que la herida puede volver a ser colonizada y revierta a un estado anterior, en la que haya que volver a invertir recursos en la fase de limpieza.